INCLUSIÓN EDUCATIVA
¿SUEÑO POSTERGADO O REALIDAD?
Soy profesora en
Letras y trabajo en un pequeño pueblo de la provincia de Formosa. Todo el
C.B.S. dicta las clases de Lengua una colega y yo soy responsable de dictarlas
en el C.O.S., motivo por el cual cada inicio de ciclo lectivo decidimos
reunirnos exclusivamente para que ella pueda brindarme especificaciones acerca
de mis potenciales alumnos.
Año tras año, las
dificultades resaltadas son la falta de interés en la lectura, la inadecuada
expresión oral y escrita, la falta de acompañamiento de los tutores y la falta
de hábitos de estudiantes. Pero este año, a dichas dificultades se sumó, en 4 I
y 4 II la falta de compañerismo y capacidad para trabajar con otros,
especialmente con los compañeros con capacidades especiales que están
integrados. Ella me manifestó que generalmente la discriminación se le escapaba
de las manos y no lograba manejar la situación. Dice que ha buscado la ayuda de
colegas y de los padres de los alumnos pero los logros fueron mínimos por lo
que consideraba que la situación seguiría igual. Realmente, esto no sólo me
preocupó sino también me desalentó.
En el momento en
que empecé a planificar la programación para la etapa de diagnóstico decidí
abordar el bullying, la intolerancia y
la violencia a través de dos textos de Marco Denevi; a saber La hormiga e Inmolación
por la belleza. Comenzamos leyendo Inmolación por la belleza.
Conversamos sobre el contenido temático del texto. Al principio, las
participaciones eran limitadas hasta que el alumno con hidrocefalia dijo que
muchas veces él se sintió “como ese pobre erizo” y que por eso podría entender
por qué se dejó morir. Inmediatamente, algunos de sus compañeros intentaron
insultarlo, entonces les pregunté qué los molestaba de él y ninguno pudo
brindarme una explicación coherente; algunos alegaban que “es un pesado”, otros
que “él no hace nada pero igual pasa de curso”, etc.
Entonces, le pedí
al alumno hostigado que nos contara cómo
eran sus días, su rutina desde que se levantaba hasta que se acostaba y qué lo
hacía feliz. Él con cierta ingenuidad con contó cosas triviales como, por
ejemplo, que se levanta, se higieniza, reza, se alimenta. Pero, además, nos
contó con lágrimas en los ojos lo feliz que lo hace saber que asistirá a
clases, que verá a sus compañeros y que estos lo harán sentirse vivo, presente.
Seguidamente, promoví la palabra de los compañeros y un grupo de chicas dijo
que ellas lo querían mucho y que uno de los principales motivos por los que se
enojaban con sus compañeros cuando estos lo molestaban era porque no querían se
Lázaro se cambiara de curso o, lo que “es peor”, se fuera a la escuela
especial. Realmente, el momento vivido fue emocionante pero a la vez muy
difícil; no sabía cómo seguir. Me sentía quebrada e incapaz de mediar adecuadamente
en ese tipo de situaciones. No obstante, intenté seguir con la clase. Para
calmar los ánimos, les propuse que leyéramos otro texto del mismo autor
titulado La hormiga. En este caso, los alumnos llegaron a la
conclusión de que todos ellos se sentían las hormigas y que Lázaro podría ser
la hormiga que se animó a salir y experimentar lo realmente bueno de la vida y
que, quizás, era por eso que lo fastidiaban tanto.
Lamentablemente, el
horario de clases finalizó pero antes de irnos al recreo les encomendé plasmar
a través de diferentes textos sencillos sus interpretaciones y apreciaciones
acerca de lo leído. En el transcurso de la semana, los alumnos repartieron a
todo el colegio folletos, propagandas y láminas en las que plasmaron sus
apreciaciones, interpretaciones y valoraciones.
La experiencia fue
muy positiva pero todavía hay mucho que hacer. Lo importante es sentir que uno
puedo intentar acercase a los alumnos, escucharlos, vivir con ellos sus miedos
e inquietudes.
Comparto con ustedes el Prezi que realicé:
Me gustó mucho, lo voy a compartir con algunos colegas.
ResponderEliminarGracias por la producción!