lunes, 23 de mayo de 2016

Yo soy el otro. Gloria Ginevra




Yo soy el otro

 Gloria Ginevra

Entré a la sala de profesores y encontré a tres colegas hablando en voz baja.  Saludé con el acostumbrado “buenos días” pero ignoraron mi saludo no por antipáticos sino porque ni siquiera se percataron de mi presencia. Abrí el libro de temas, pensé en la unidad a cubrir y comencé la rutina de completar ese libro que, en esta oportunidad no tenía ningún recordatorio de la secretaria académica. Cuando llegué a la sección de la firma, mis colegas se dieron vuelta y sin mediar más palabra me dijeron: ¿Te enteraste de las novedades? Me corrió un escalofrío y me dispuse a escuchar…

Entré al aula y percibí el mismo ambiente enrarecido de la sala de profesores. Todos los estudiantes, los mismos que siempre me esperaban con actitud expectante, se encontraban cuchicheando y al verme entrar, se codearon y dispusieron en sus lugares, con la mirada baja. Sabían que yo sabía, sabían de mi enojo, de mi molestia ante lo ocurrido…Sin mediar una palabra, escribí en la pizarra, lo más grande que pude y teniendo en claro que el sector más alto de la pizarra estaba vedado a mi metro cincuenta la palabra HETEROGENEIDAD. Los chicos quedaron absortos mirando la pizarra primero porque la palabra estaba escrita en español, yo doy mis clases en inglés y por otro lado, porque no era parte de la agenda de la unidad que estábamos cubriendo.

Fue una clase movilizadora para todos, incluso para mí porque se desataron en mi memoria los momentos en los que yo también había las sido víctima de alguna forma de bullying o acoso. Creo que nadie salió de esa clase sin por lo menos haber reflexionado sobre sí mismo, sobre la mirada del otro, sobre la importancia que le asignamos a esa mirada, sobre los modelos que seguimos. Fue una clase no planificada, pero tal vez, la clase que mejor recuerdo de mis años de docencia.



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